domingo, 23 de septiembre de 2012

MITOS Y LEYENDAS DEL CHOCÓ



El Diablo


Es la máxima representación del mal; toma los nombres de el Putas, el Demonio, el Mandingas, el Diantre, el Ángel Malo, Lucifer, Belcebú, Biruñas, Cantuña, Satanás y el Espíritu del Mal.

En la mitología universal el diablo está representado por un hombre negro, ordinario y feo, con cuernos, rabo y pezuñas, que echa candela por los ojos, armado de un largo tridente, con colmillos sobresaliente y enmarcado por una carcajada medrosa, alimentada por las llamas que expide y el humo nauseabundo que lo envuelve.

El diablo tienta tanto a hombres como a mujeres; tiene un alto poder sobre la naturaleza material para obrar y suele tomar formas para salirse con las suyas. Así puede transformarse en perro, mula, búho, tigre, murciélago, gato, toro, gallina o pato; en fin, en lo que quiera para causar el mal. Solo un crucifijo, la expresión “Ave María Purísima”, el agua bendita, el escapulario con la imagen de la Virgen del Carmen, o el Santo Rosario lo pueden alejar.



LA NIÑA DE LA CARTA


Cuentan que es común, a orillas de las carreteras en algunos pueblos, ver una niña que llora, con el rostro cubierto con un velo blanco y vestida con traje de primera comunión.
La niña lleva una carta en la mano. En el sobre está escrito un nombre y una dirección que corresponde a una pequeña casa de campo de los alrededores del pueblo más cercano donde se halla la niña.
Algunos conductores, sorprendidos o conmovidos por el llanto de la niña, le resiven la carta con el fin de entregarla a su destinatario. pero luego declaran que ni la persona ni la dirección existen.
Una señora dijo que la dirección era la misma del cementerio y que el nombre correspondía al de una niña que años atrás había sido muerto el día de su primera comunión.
Otros han declarado que al resivir la carta en manos de la niña, pierden el conocimiento y caen sin sentido al piso.
Alguien llegó a decir que al encontrar la lápida donde está enterrado el cuerpo de la niña, en la dirección anotada, hayaron encima de ella el velo y el vestido de la primera comunión.





Leyenda “La Tunda o Pata de molinillo”

Una mujer fea, que tiene un pie de molinillo o de raíz de un árbol y el otro como el de un bebé se lleva a los bebés sin bautismo y a los desobedientes.
Este es un mito propio de los departamentos que poseen costa en el Océano Pacífico. Cuentan los que saben que este personaje mítico es una mujer fea, que tiene un pie de molinillo o de tingui-tingui (raíz de un árbol) y el otro como el de un bebé. Se lleva a los moritos (bebés sin bautismo), a los niños desobedientes, a los maridos trasnochadores e infieles y a jóvenes hombres o mujeres, a los confines del monte para convertirlos en sus amantes.
"La Tunda" engaña a sus víctimas tomando la apariencia de sus madres u otro ser querido para que la sigan al monte; ya en sus dominios, los alimenta con camarones y cangrejos. Con sus malos olores emboba a sus víctimas, y les saca la sangre.



Los “entundados” aprenden ha amar a dicha mujer y rechazan a los humanos. Para poder rescatarlos de "La Tunda", es necesario formar una comisión con el padrino y la madrina del “entundado”, un sacerdote, amigos y otros familiares. Todos ellos se internan en el monte tocando tambores (cununos y bombos), quemando pólvora, disparando escopetas, rezando las oraciones y diciendo palabras soeces para que ella desaparezca.

   
Algunos dicen que "La Tunda" es negra y que huele muy mal, es un ser que experimenta sentimientos humanos, se enamora, se queja y odia, especialmente a los niños. A pesar de sus sentimientos y acciones humanas, "La Tunda" tiene poderes sobrehumanos, pues es ella quien produce la conjugación de sol y lluvia, y cuando esto pasa la gente del Pacífico dice que: “la Tunda está pariendo”.



Se dice que en una zona rural del municipio de Buenaventura, existe la Matunda, la mamá de la Tunda. Una vez en una fiesta, se organizó un concurso de baile y "La Tunda" componía una de las parejas finalistas, pero alguien la descubrió al mirar la pata de molinillo y gritó “¡vela Tunda, esa es la Tunda!” y esta salió corriendo. 





La Llorona

La llorona convertida en el espíritu vagabundo de una mujer que lleva un niño en el cuadril, hace alusión a su nombre porque vaga llorando por los caminos. Se dice que nunca se le ve la cara y llora de vergüenza y arrepentimiento por lo que hizo a su familia.

 Quienes le han visto dicen que es una mujer revuelta y enlodada, ojos rojizos, vestidos sucios y deshilachados. Lleva entre sus brazos un bultico como de niño recién nacido. No hace mal a la gente, pero causan terror sus quejas y alaridos gritando a su hijo.
Las apariciones se verifican en lugares solitarios, desde las ocho de la noche, hasta las cinco de la mañana. Sus sitios preferidos son las quebradas, lagunas y charcos profundos, donde se oye el chapaleo y los ayes lastimeros. Se les aparece a los hombres infieles, a los perversos, a los borrachos, a los jugadores y en fin, a todo ser que ande urdiendo maldades.
Dice la tradición que la llorona reclama de las personas ayuda para cargar al niño; al recibirlo se libra del castigo convirtiéndose en la llorona la persona que lo ha recibido. Otras eversiones dicen que es el espíritu de una mujer que mató por celos a la mamá y prendió fuego a la casa con su progenitora dentro, recibiendo de ésta, en el momento de agonizar la maldición que la condenara: "Andarás sin Dios y sin santa María, persiguiendo a los hombres por los caminos del llano". 




La Mohana (Muana)
Es la hembra del Mohán. Se dice que es bastante parecida a la Madre de Agua, pero se diferencia de ésta porque es más agresiva. Persigue los niños hasta ahogarlos y comérselos, sobre todo, cuando nadando en la orilla del río ensucian el agua. A los bañistas y pescadores les voltea la canoa, los hunde y los devora cortándoles la cabeza de un solo tajo. No permite que le revuelvan la superficie del agua donde flota placidamente.
La Mohana, como ya se advierte, es violenta y no tiene nada de juguetona ni embaucadora como el Mohán. No sabe de brujerías como éste, ni fuma tabaco, ni le gusta la sal; tampoco se transforma en tigre, oso o león, se presenta ofensiva, dando alaridos estrepitosos antes de atacar a su victima. Es una mujer amargada, vieja, esquelética, de pelo erizado y muy largo; dientes afilados, uñas encorvadas y puntiagudas en forma de garra; boca enorme y desproporcionada; cabeza cuadrada y ojos grandes y desencajados que chisporrotean a la distancia.

1 comentario: